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NIÑO DE LA CUENCA / Y LLEGARÁ A SER HOMBRE, C. 1927, DE MARIANO MORÉ

NIÑO DE LA CUENCA / Y LLEGARÁ A SER HOMBRE, C. 1927, DE MARIANO MORÉ

Programa La Obra invitada

Del 29 de junio de 2017 al 24 de septiembre de 2017

El Programa La Obra invitada tiene como misión traer al Museo de Bellas Artes de Asturias durante un periodo de tres meses destacadas obras procedentes de coleccionistas particulares o de otras instituciones nacionales e internacionales que contribuyan a reforzar el discurso de la colección permanente, bien porque permitan profundizar en aspectos ya contemplados por la colección, bien porque permitan cubrir lagunas que en ella puedan detectarse. En esta ocasión, la Obra invitada será Niño de la Cuenca / Y llegará a ser hombre, realizada por el pintor Mariano Moré Cors hacia 1927 y procedente de la Fundación Alvargonzález de Gijón.

El pintor, dibujante y cartelista Mariano Moré Cors (Gijón, 1899 – Oviedo, 1974), recibió su primera formación artística en el seno de la importante firma Litografía Artística Moré, co-fundada por su padre y, siendo aún niño, acudió al Ateneo Obrero de Gijón, donde impartía clases Nemesio Lavilla. Sus precoces trabajos aconsejaron que completase sus estudios en Madrid, donde desde 1917 frecuentaría el taller del pintor levantino Cecilio Pla, quien influyó favorablemente en su preparación como artista.

Asentado en la capital, y tras una forzosa interrupción debida al conflicto de Marruecos, inició una dilatada concurrencia a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes (1926-1964), certamen en que llegaría a ganar una segunda (1948, Puerto de Lastres) y una tercera (1945, Costa Cantábrica) medallas. Aparte de su dedicación a la pintura, es muy notable y certera su faceta como dibujante, llegando a plasmar la compleja realidad social de los años veinte y treinta en calidad de reportero de guerra para algunos comprometidos medios locales (CNT). Además, sus trabajos en el ámbito del cartel, sobre todo en el periodo de la II República, se cuentan entre lo más destacado del género en Asturias.

Mariano Moré, Niño de la Cuenca / Y llegará a ser hombre, ca. 1927.

Mariano Moré, Niño de la Cuenca / Y llegará a ser hombre, ca. 1927. Fundación Alvargonzález, Gijón

Moré cultivó especialmente la pintura de temática costumbrista, casi siempre ambientada en su región natal, de la que acabó por dar y proyectar una imagen propia, bien diferenciada de la que ofrecían otros artistas locales. Es su pintura esencialmente figurativa y sus personajes aparecen situados en un entorno reconocible pero evocado. La mina y el mar son dos de sus motivos predilectos, si bien también cultivaría el retrato, el bodegón y puntualmente la pintura decorativa.

Este cuadro, elaborado ya al menos en el verano de 1927 en que es presentado a una importante muestra colectiva de artistas regionales celebrada en el Ateneo Obrero de Gijón, sería también escogido por el autor para su envío a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932, donde se estrenó transcurrida ya una década desde su llegada a Madrid. Forma parte del extraordinario conjunto de pinturas preparadas por el autor entre 1926 y 1936, período en que Moré firmó sus mejores trabajos, alimentado por una formación y un ambiente propicio en que se introdujo desde muy pronto, a falta de casi cuatro décadas de actividad profesional como pintor, que en el último tramo de su vida alternaría con su dedicación docente.

Niño de la Cuenca propone por vez primera en su trayectoria una temática o subgénero que desarrollaría incluso hasta la década de los años sesenta. Proveniente de Asturias, de donde se va justamente en el momento álgido del desarrollo industrial, cultivaría el asunto del trabajo minero en diversas ocasiones, una temática en boga entre sus coetáneos, todos ellos impregnados de cierto aire de renovación que fue notorio en la segunda mitad de los años veinte y en la primera parte de la siguiente.

En la obra se observa el notable protagonismo de la figura, casi efigiada, de un muchacho carbonero que acarrea un cesto repleto de carbón y que Mariano Moré sitúa en un abreviado y característico paisaje que, teñido de negros, ocres y verdes, pertenece indudablemente a la cuenca minera asturiana, en que localizaría muchos de sus trabajos. Centra el pintor casi toda su atención en el rostro del niño, cuya extenuación física denota un evidente dramatismo y por tanto una manifiesta denuncia social de la penosa situación personal del trabajador que ocupa buena parte de un lienzo, donde también se observan parte de las instalaciones mineras a la derecha y las montañas que parapetan el valle como fondo, dominado por un celaje brumoso y gris que acrecienta la emotividad de la triste y tenebrosa escena. Se evidencia una acusada expresividad moderna que luego el artista cambiaría por una visión mucho más idealizada, con la que acabaría identificándose.

Las escenas de figuras ambientadas en paisajes mineros son uno de sus argumentos predilectos y de los que mayor valía y personalidad denotan en su catálogo, también repleto de temas marineros, de montaña y romerías.

La presencia de esta pintura en el Programa La Obra invitada del Museo del Bellas Artes de Asturias prosigue la línea de colaboración con diferentes fundaciones y entidades que radicadas en la región, conservan un importante patrimonio artístico.