Publicado el 22 de diciembre de 2016
Continuando una entrada anterior de este blog sobre obras en “lugares de paso”, hoy hablaremos de algunas de las obras expuestas en las escaleras de la Casa de Oviedo-Portal, ejemplo de arquitectura palaciega ovetense del siglo XVII que ha ido sufriendo diferentes transformaciones a lo largo del tiempo. De palacio del regidor de la ciudad Fernando de Oviedo-Portal hacia 1659-1660, pasó a casa de vecinos en una obra promovida en 1878 por el conde de Revillagigedo y, finalmente, en 1986, a museo, formando así parte de la ampliación museística del contiguo Palacio de Velarde.
En este segundo edificio del Museo se exponen un total de 314 obras pertenecientes al arte del siglo XIX, principalmente de pintura asturiana, de las cuales 8 están ubicadas en las escaleras. Hemos hecho una selección de 4 de ellas, pertenecientes a la generación realista del citado siglo, siguiendo el recorrido cronológico que continua desde la segunda planta del Palacio de Velarde.
Descendiendo por las escaleras desde la segunda planta nos encontramos con obras de Telesforo Fernández Cuevas, Juan Martínez Abades, Luis Menéndez Pidal, Florentino Soria, Manuel Medina Díaz, Pío Escalera y, finalmente, con un retrato femenino de la gijonesa Carolina del Castillo. Para la entrada de hoy hemos seleccionado el trabajo de los siguientes artistas:
El cuadro corresponde al periodo central de la producción artística de Fernández Cuevas, autor que forma parte de los primeros paisajistas del realismo en Asturias. Sus obras casi siempre representan las afueras de Oviedo y están pintadas del natural. Su pincelada es suelta y descuidada. Su cromatismo claro y de tonos pálidos confieren a la obra una inocente ternura.
Abades cultivó bastantes temas pero como marinista tuvo una fértil y creciente producción.
Carolina pertenece a ese grupo de artistas burgueses que no se consagraron profesionalmente a la pintura, no dejando por ello de tener grandes dotes y una amplia formación. Discípula de Cecilio Pla durante su estancia en Madrid, cuando regresa a Gijón trabaja el retrato, el paisaje, el desnudo y las flores, siempre desde el agradable entorno que le proporcionaba su finca de Jove.El cuadro representa a una mujer de busto y de frente con una blusa de escote redondeado y ampliamente abierto sobre sus hombros. La efigiada posa de una forma natural, mostrando una franca sonrisa que manifiesta la cercanía que tenía la artista con sus modelos. La autora se despreocupa de ocultar los defectos del semblante de la mujer.
Los retratos de Carolina del Castillo son testimonio de las influencias de la pintura modernista de su maestro Cecilio Pla, del que adopta la sobria paleta de colores, en tonalidades verdes y malvas, que aplica sobre el fondo, el silueteado de la figura, la pincelada y la impetuosa expresión que pone sobre este lienzo de grano muy grueso.
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