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Obras en lugares de paso (I): la escalera del Palacio de Velarde

Publicado el 11 de julio de 2016

Obras en lugares de paso (I): la escalera del Palacio de Velarde

La escalera del Palacio de Velarde

El Museo de Bellas Artes de Asturias cuenta con una colección permanente de más de 15.000 obras de arte. En los tres edificios que se destinan a mostrar la colección al público únicamente se exponen 782 piezas, aproximadamente el 5% del total de sus fondos. Este montaje de la colección prioriza unas obras de arte frente a otras, seleccionando una parte de entre las más destacadas para conseguir un discurso conexo y, sobre todo, representativo del arte de este periodo.

En este artículo se recogen algunas obras que, formando parte del discurso actual de la colección permanente del Museo, figuran en lugares de paso. Su objetivo es dar a conocer estos fondos al visitante, invitándole a prestarles más atención en su recorrido por el Museo así como a apreciarlas, por lo que se concibe, en cierto sentido, a modo de breve visita guiada por los “olvidados” de la colección.

Siguiendo un recorrido cronológico, comenzamos en el Palacio de Velarde y, en concreto, en la escalera secundaria que da acceso a las plantas superiores, un espacio muy transitado pero en el que quizás nunca nos paramos a observar. Este lugar de paso tiene en todo su recorrido obras de arte muy variadas, entre las que hoy seleccionamos las siguientes:

Los óleos sobre cobre San Antonio de Padua y San Juan de Nepucemo (hacia 1730) de Francisco Antonio Martínez Bustamante.

San Antonio de Padua

San Antonio de Padua

San Juan de Nepucemo

San Juan de Nepucemo

Bustamente fue el mejor pintor profesional del Principado durante el siglo XVIII. Cultivó un estilo barroco decorativo influenciado por el estilo de la corte madrileña. Los dos pequeños cuadros, que representan sendos santos, están situados en el descansillo entre el primer y el segundo piso de Velarde. Llaman la atención sobre todo por los marcos, realizados en madera recubierta de pan de oro y con decoración a modo de florones. Ambas obras proceden de la casa solariega que José Antonio de Llanes y Cienfuegos poseía en la ciudad de Oviedo. Se recogen en su inventario tras la muerte del señor de la casa de Llanes el 31 de Mayo de 1775:

“Sala principal que hace de estrado (…). Otras dos láminas con las efigies de San Antonio y San Juan Nepomuceno con sus marcos dorados a la manera de florones”

La vidriera Alegoría de Asturias (1913) de José Uría y Uría.

Alegoría de Asturias

Alegoría de Asturias

Fue realizada por el taller de vidriera de la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo (como dice su inscripción, ubicada en la parte inferior derecha), promovido por el entonces profesor de la asignatura “Aplicaciones del dibujo artístico a las artes decorativas” José Uría y Uría. Tras su nombramiento como director de la Escuela, Uría dio un fuerte impuso al taller de vidriera, convirtiéndolo en asignatura oficial y promoviendo que las obras ejecutadas, de gran calidad, se enviaran a concursar en la Exposición Nacional de Artes Decorativas. Pero los logros conseguidos no habían sido fáciles, quedando recogidos en una carta personal del propio Uría, fechada el 19 de Abril de 1913:

“Después de mil contratiempos y pesares, he conseguido establecer al lado de mi clase de Dibujo artístico un reducidísimo taller de vidriera, con su horno mufla, en él paso la mayor parte del día con un reducidísimo número de alumnos que con la mayor fe siguen mis lecciones y ensayos. A fin de alentarlos concebimos unas vidrieras que nos han costado muchas zozobras y sinsabores por faltarnos para tal empresa no solamente los útiles más indispensables sino lo más necesario, local con capacidad suficiente”.

La vidriera, que lleva por título Alegoría de Asturias, se ubica en la planta baja de la escalera, en la zona que da acceso al patio de Velarde, frente a la vitrina de piezas de artes industriales y esculturas en pequeño formato. En ella se recogen varios elementos característicos de la región, como el urogallo, el arado tirado por bueyes, la torre gótica de la catedral de Oviedo o el escudo de Asturias.

Finalizamos el artículo de hoy refiriéndonos brevemente a las dos Colchas astur-galaicas que cuelgan en la escalera. Son confecciones textiles elaboradas normalmente en telares domésticos, que utilizan lino o lana como materias primas. Ambas ofrecen diseños geométricos y vegetales y utilizan colores muy vivos. Además, cada una está firmada con las iniciales del propietario “M R” y “S R”, estando esta última acompañada de la inscripción “Recuerdo de mis padres”.

El hilado y la elaboración de estos textiles era una actividad rural tremendamente popular, llevada a cabo por mujeres durante los meses de otoño e invierno. Estas reuniones, nocturnas, se hacían en casa de algún vecino y en compañía de los hombres, en lo que se llamaban los filandones, lo que posibilitaba relaciones sociales unidas a todo un conjunto de cuentos, refranes, cantares y juegos, como se ve en el cuadro de Luis Álvarez Catalá, Filandón en el Monasterio de Hermo.

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