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El viajero inmóvil, de Chema Madoz

Publicado el 18 de agosto de 2017

El viajero inmóvil, de Chema Madoz

A pesar de que para Chema Madoz El viajero inmóvil sea “una exposición que se ve por sí misma, que no necesita de muchas aclaraciones”, os damos a continuación una serie de claves que esperamos os ayuden a disfrutar aún más de la misma.

En esta exposición, promovida y organizada por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson para la quinta edición del proyecto Miradas de Asturias —una iniciativa de largo recorrido que promueve desde el mecenazgo la creación de un fondo de obra inédita inspirada en Asturias—, Chema Madoz ha tenido que realizar el trayecto inverso al usual en su trabajo (si quieres saber más, pincha aquí). Esta vez no son los objetos y sus significantes libres los que tienen la palabra, sino que es la propia idea de Asturias la que se convierte en el objeto a observar y definir. Mirar Asturias, requiere, desde la perspectiva y los modos de hacer de Madoz, convertir la realidad de su espacio geográfico, sus costumbres y sus gentes, en una abstracción.

De este modo, y bajo el título de El viajero inmóvil, Chema Madoz propone un paseo por una Asturias abstracta. Un viaje inmóvil, puesto que para la realización de su trabajo no necesita desplazarse al lugar concreto, ni obtener imágenes de la realidad cotidiana, sino que, al igual que hicieran Xavier de Maistre y Dis Berlin,  se trata de viajar por la imaginación para descubrir, en el caso de Madoz, los elementos conceptuales que conforman la idea de una Asturias de la mente.

A través del lenguaje simbólico de las imágenes y los objetos elegidos, Madoz nos acerca al paisaje y a la naturaleza salvaje, al mar y sus habitantes, al clima lluvioso y a la montaña, y, por medio de la colisión de objetos icónicos perfectamente reconocibles, nos habla de sus tradiciones y sus formas de ser. Consigue así conectar la observación del pequeño territorio con ideas y representaciones poéticas que van y vuelven desde la pura abstracción a lo concreto, buscando en su trayecto un conflicto con el significado de las cosas, y utilizando para ello, como es consustancial a su trabajo, el sentido del humor.

La exposición está formada por 34 fotografías positivadas en blanco y negro sobre papel baritado virado al sulfuro y 1 vídeo. Ninguna de las obras tiene título, para evitar desvelar el misterio, para que el juego que establecen con el espectador no sea demasiado evidente. A continuación, vamos a hablar brevemente de 5 de las obras expuestas:

La muestra se abre con un vídeo que muestra el escenario y el patio de butacas del Teatro Campoamor de Oviedo, en el que una enorme catarata cae como si fuera un telón. Se trata de  un perfecto resumen introductorio de la exposición porque pone de relieve la naturaleza como cultura y como espectáculo. La naturaleza, tan presente a lo largo de toda la muestra, representada a través del agua y la cultura, por medio del Teatro Campoamor, un lugar especialmente simbólico dentro de la Comunidad Asturiana, ya que es donde se entregan los Premios Príncipe/Princesa de Asturias.

Chema Madoz. Serie El viajero inmóvil, 2016. Miradas de Asturias, 2017. Mecenazgo. Fundación María Cristina Masaveu Peterson

Exposición El viajero inmóvil, de Chema Madoz, en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Fotografía: Marcos Morilla

 

El vídeo parte de una fotografía hecha con un pequeño teatrito infantil y una postal de una cascada, que está también presente en la muestra. Además, es la primera vez que Chema Madoz realiza un trabajo en este formato.

En esta imagen (fotografía de la izquierda en la vista de la sala que aparece más abajo) aparece una catenaria, un objeto muy útil pero bastante anodino que aquí se transforma en el soporte de una película. Esta se coloca ante un fondo de luz que funciona, por un lado, como acceso (vedado por la catenaria) a lo desconocido, pero también como una especie de mesa de diapositivas, similar a aquella en la que posiblemente Chema Madoz selecciona sus imágenes. En la película aparecen representadas una serie de nubes en el cielo, un elemento muy presente en su imaginario. Es también interesante ver como se utiliza película de fotografía de medio formato, que tiene unos negativos cuadrados y más grandes.

Chema Madoz contaba que esta fue una de las primeras fotografías que vio positivada y que se emocionó mucho al verla por su gran belleza.

Exposición El viajero inmóvil, de Chema Madoz, en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Fotografía: Marcos Morilla

Exposición El viajero inmóvil, de Chema Madoz, en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Fotografía: Marcos Morilla

La imagen que figura a la derecha es otra de las imágenes más representativas del proyecto. En ella se representa la naturaleza, personificada en ese mar de ganchillo que baña la arena de la playa y, por otro lado, la tradición, aludida a través de los propios tapetes.

Nuestra siguiente parada es “La cabeza de ciervo, una imagen que recuerdo haber visto con mucha frecuencia en los restaurantes asturianos”, afirma Chema Madoz. Este elemento se puede encontrar, además, en otros proyectos de Miradas de Asturias, como en ARSTUSIA, de Joan Fontcuberta .Con ella Madoz estaba tratando de utilizar un objeto que tiene una presencia especialmente llamativa pero desde una perspectiva distinta. En las astas está presente la evocación del bosque pero  aquí se transforman en una especie de armero que en vez de rifles tiene hachas del leñador. Por un lado está presente la idea de la muerte (a través del cráneo) pero tiene también algo de iconográfico, de escudo. Hay además un cierto carácter simbólico por la manera en la que está construida la imagen que le dota de mucha potencia.

Chema Madoz. Serie El viajero inmóvil, 2016. Miradas de Asturias, 2017. Mecenazgo. Fundación María Cristina Masaveu Peterson

Chema Madoz. Serie El viajero inmóvil, 2016. Miradas de Asturias, 2017. Mecenazgo. Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Colección de Arte Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Fotografía positivada en blanco y negro sobre papel baritado virado al sulfuro.

 

Chema Madoz. Serie El viajero inmóvil, 2016. Miradas de Asturias, 2017. Mecenazgo. Fundación María Cristina Masaveu Peterson

Exposición El viajero inmóvil, de Chema Madoz, en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Fotografía : Marcos Morilla (detalle).

Por último, en esta fotografía aparece una barca de pesca convertida en una especie de sagrario. Se ha invertido su postura, pues se ha puesto de pie sobre una base y se le han añadido unas puertas que, abiertas, muestran el interior de la barca. Aquí se está trabajando con el contexto religioso y arquitectónico del Románico (tan presente en Asturias) o más bien, del Gótico, con sus arcos apuntados. La religión, la pesca, el mar (hay un salvavidas colocado al pie de de la barca a modo de exvoto), la incertidumbre de lo desconocido,… todo esto se evoca a través de una imagen concebida de un modo absolutamente elemental.

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