Del 21 de octubre de 2025 al 8 de febrero de 2026
Vanitas vanitatis, todo es vanidad. Aunque a Jaime Herrero (Gijón, 1937-Oviedo, 2020) le importa a estas alturas un carajo, desde el Valle de Sombras en el que se encuentra, cualquier tipo de reconocimiento, la exposición que aquí se presenta sirve para vincularle definitivamente con dos de las principales instituciones culturales a las que estuvo ligado en vida, el Museo de Bellas Artes de Asturias y la Universidad de Oviedo. En el primero tiene obra desde su apertura, siendo como es un pintor excepcional, y con la segunda siempre tuvo sus más y sus menos, relaciones maritales, amistades duraderas, colaboraciones continuas e íntimas imbricaciones con sus figuras señeras, pero estudios inacabados, él que hubiera podido ser catedrático de cualquier cosa.
En el Museo de Bellas Artes de Asturias se recoge una breve pero densa antología de su producción pictórica, desde su visceral expresionismo de inicio, que culmina en su monumental tríptico Sobre una Guerra Civil expuesto en la colección permanente (Sala 24 del Edificio de Ampliación), hasta sus etapas posteriores, en las que adelgaza su pintura, se deja llevar por el color de la era del entusiasmo y termina con el negro del desaliento, en un retorno a la infancia y al desamparo, sobrellevado gracias a la evocación de referencias personales y a la protección tutelar de superhéroes. No son más que una veintena de obras, cuatro de ellas del museo y el resto de diferentes propietarios, principalmente la familia, en las que hay denuncia expresa del engendro dictatorial, el posterior circo del más difícil todavía, las bromas para uno mismo, los códigos simbólicos menos compartibles y sus peculiares universos paralelos, con una representación suficiente de sus más importantes series.
Para la Universidad de Oviedo se han escogido los trabajos que lo unen a la institución académica, en especial a una de sus personalidades más insignes, Leopoldo Alas ‘Clarín’, de cuya vida secreta fue intérprete y continuador en grabados para libros y aguadas de tinta. Ilustrador ilustrado, se muestran sus colaboraciones en revistas nacionales de gran influencia, en empresas periodísticas de empeño y en aventuras intelectuales de alto vuelo, así como sus biografías en tebeo de personajes dieciochescos. También sus otros mundos, retratos de sus seres queridos o los apoyos a asociaciones de utilidad pública o premios de literatura y de cine, en consideración a un arte, el séptimo, que podría haber sido su principal dedicación profesional. Jaime Herrero, que además fue escritor y poeta, contribuyó en gran medida al enriquecimiento cultural y festivo de ciudades como Gijón y sobre todo Oviedo, varios de cuyos locales más paradigmáticos ayudó a decorar. La exposición se completa con sus deliciosos teatrillos y recortables, de los que fue coleccionista y autor, y que transmiten, con entrañable sensibilidad y humor, su calderoniana visión de la existencia.
Luis Feás Costilla
