La presente exposición conmemora el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002), uno de los principales escultores de la segunda mitad del siglo XX. En ella se reúnen nueve esculturas y cincuenta estampas procedentes de destacadas colecciones institucionales y particulares, que ofrecen una amplia visión de una trayectoria basada en la constante formulación de preguntas acerca del espacio y sus límites.
El conjunto de esculturas abarca desde los primeros trabajos en hierro de los años cincuenta, entre los que sobresalen las formas expresivas y vibrantes de los yunques de sueños; hasta la sobria y contundente producción de las décadas de 1970 y 1980, que tiene sus principales exponentes en las investigaciones espaciales en acero y los bloques de tierra cocida de las lurrak.
Como contestación a los mismos interrogantes que motivaron sus esculturas, Chillida desarrolló en sus estampas un lenguaje bidimensional específico, fundamentado en la creación de rotundas estructuras de tinta plana negra y sutiles relieves estampados. La variada selección de obra gráfica permite revisar el uso de estos recursos en sus distintas etapas, pues comienza con el primer grabado del artista –creado en 1959– y alcanza sus últimas creaciones de finales de la década de 1990. Dentro de ella, son especialmente significativos los aguafuertes de grandes dimensiones, los pequeños formatos con bordes troquelados, las obras destinadas a libros de artista y los grabados de manos, único motivo figurativo que representó a lo largo de toda su carrera.
© Zabalaga Leku, VEGAP, Asturias, 2024
La exposición es la primera del arte japonés que se celebra en el Museo de Bellas Artes de Asturias, y representa la madurez a la que alcanzó el arte en el periodo Edo (1615-1868), un largo periodo de estabilidad cultural en Japón. Son pinturas, estampas, lacas urushi y otras artes que pertenecen principalmente a los siglos XVIII y XIX. Las obras expuestas proceden del Museo de Zaragoza: por un lado, de la colección de arte oriental de Federico Torralba (1913-2012), catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, y de las colecciones de obra gráfica japonesa Pasamar-Onila y de M.A. Gutiérrez. Varias piezas se exponen por primera vez al público acompañadas de nuevos estudios. A la vez, dos obras gráficas del pintor Léonard Foujita (1886-1988) que el Museo de Bellas Artes de Asturias posee completan la muestra.
Se exponen básicamente dos tipos de pintura en sus variados formatos tradicionales, que son, por un lado, la pintura en color de larga tradición que se remonta al siglo x y, por otro lado, la pintura monocromática muy vinculada al budismo zen, caracterizada por las sutiles aguadas capaces de expresar una gran variedad de grises y por los hábiles trazos del pincel. Partiendo de las premisas de ambos tipos de pintura, el grabado de madera experimentó un gran desarrollo artístico y técnico en la segunda mitad del siglo xviii, un arte hedonístico y licencioso demandado por los ciudadanos de a pie. Este grabado denominado de estilo ukiyoe tiene en esta exposición una amplia presencia: elegantes mujeres, gallardos hombres y fantásticos paisajes y naturalezas, que incluyen obras de Utamaro, Hokusai y Hiroshige. El grabado ukiyoe, ampliamente conocido en Europa desde finales del siglo xix, fue el principal causante del japonismo en el ámbito europeo y americano en el paso del siglo xix al xx.
La exposición tiene, a la vez, la intención de introducir a los visitantes las claves del arte japonés de la época, donde prima el concepto de elegancia, sutileza e incluso refinamiento. Los objetos de laca japonesa urushi –otro arte que representa a Japón— que acompañaban la vida de la clase samurái y de los acomodados ciudadanos como cajitas inrō y estuches para inciensos, también tienen una buena presencia en la muestra y sirven transmitir esa madurez artística y cultural del periodo Edo. La exposición incluye una representación del universo de la ceremonia del té, de un espíritu sobrio y exquisito, y el mundo del diseño de la escuela Rinpa, que también dejó huellas significativas en el japonismo.
Enmarcada en su programación de difusión de sus fondos en diferentes lugares de la Comunidad, el Museo ha firmado un concierto con el Ayuntamiento de Avilés para permitir que los artistas nacidos en Avilés o vinculados por distintas razones a la ciudad y que tengan obra en el Museo puedan ser vistos en el lugar en el que nacieron o crearon. Ese es el objetivo de la exposición La sonrisa estética. Artistas avilesinos en las colecciones del Museo de Bellas Artes de Asturias. Comisariada por Ramón Rodríguez, ofrece una panorámica que, obviando la figura de Juan Carreño de Miranda, comienza con Octavio Bellmunt (1845) y finaliza en Soledad Córdoba (1977); en conjunto 32 artistas y 62 obras que abarcan una parte importante de la aportación de los artistas avilesinos a la historia del arte de Asturias. No faltan representantes de la época de oro del arte avilesino, entre 1921 y 1934, impulsada por el crítico de arte José Francés –de quien se toma el título de la muestra- con miembros de las fecundas sagas familiares de los Soria y de los Espolita, así como María Galán Carvajal, José María San Julián o Luis Bayón, el precursor de la modernidad en la villa.
Las nuevas generaciones, la de los artistas nacidos en la posguerra y las de aquellos otros surgidos con posterioridad y que ya encontraron terreno fértil para sus creaciones, están bien representadas en cantidad, en calidad y en amplitud de técnicas; en la exposición, gracias a esos nuevos creadores, la mirada podrá detenerse en medios más heterodoxos y las tendencias artísticas se ofrecen en un amplio abanico de lenguajes estéticos que podrán contemplarse en las salas del CMAE (Centro Municipal de Arte y Exposiciones) y en la de la Casa de Cultura.
Para el último cuatrimestre de 2024, el Museo de Bellas Artes de Asturias prsenta una nueva Obra invitada procedente, en esta ocasión, del Museo de la Iglesia de Oviedo. Se trata del Díptico de la Pasión: una obra de época medieval, datada en el siglo XIV, y propiedad de la Catedral de Oviedo. Perteneciente a la Cámara Santa, constituye una de las obras de este periodo más destacadas de su colección.
La pieza consta de dos placas de marfil tallado unidas por dos bisagras. Cada placa se divide en tres registros en los que se narra la historia de la Pasión. En este sentido, las seis escenas se desarrollan bajo una arquería gótica que marca un ritmo de secuencias y que, a la vez, tiene un carácter unificador que construye y enrique el conjunto.
Por su parte, las tallas, en medio y alto relieve, destacan por estar realizadas con un detallismo naturalista de gran belleza así como por presentar una técnica preciosista, características, ambas, propias del gótico internacional.
El programa La Obra invitada tiene como finalidad el enriquecer la colección del Museo de Bellas Artes de Asturias con destacadas obras procedentes de coleccionistas particulares en algunas ocasiones, o bien de instituciones nacionales e internacionales que durante un periodo aproximado de tres meses nos permiten reforzar el discurso de la exposición permanente.
La obra, expuesta en la sala 1 del Palacio de Velarde, estará presente la pinacoteca regional desde el 28 de noviembre de 2024 hasta el 30 de marzo de 2025.
Landscapes of Affection es una instalación realizada con una serie de piezas de porcelana que moldean y reproducen el espacio negativo de los restos minerales recogidos en Blaafarveværket, un complejo de extracción y exportación de cobalto en Modum, Noruega.
El objetivo de la instalación es simbolizar escultóricamente las consecuencias más inmediatas derivadas de los procesos de extracción mineral, respondiendo de manera concisa a las cuestiones ambientales y los paradigmas sociales derivados de nuestro acelerado tiempo tecnológico y digital.
Las relaciones contemporáneas se construyen, gestionan y almacenan a través de nuestros dispositivos móviles, lo que nos puede llevar a considerar estos aparatos como una parte activa de nuestro organismo, es decir, una extensión corporal de momentos íntimos y relaciones humanas. Una parte importante de nuestro almacenamiento sensorial, se encuentra en un concepto abstracto y etéreo al que nos referimos como “la nube”. Esta nube, clasificada como una materialidad inmaterial, esta sin embargo formada por un una combinación de componentes minerales preextraídos de la superficie y de las profundidades de la tierra, y procesados posteriormente hasta convertirse en mercancía, perpetuando los regímenes acumulativos de nuestro apresurado estilo de vida. Una vez que estos dispositivos dejan de funcionar, completan su ciclo vital retornando a las capas terrestres como residuos electrónicos permanentes, convirtiéndose así en sedimento y en el legado geológico de nuestra hiperconectada y precipitada contemporaneidad.
La propuesta Landscapes of Affection plantea utilizar vidrio, porcelana y el cobalto reciclado de las baterías de los los teléfonos móviles obsoletos, como materiales que permitan establecer una articulación activa desde la que repensar nuestra huella mineral, respondiendo a las consecuencias geológicas derivadas de nuestro tiempo tecnológico y digital.
Landscape of Affection es el nuevo proyecto específico de un artista contemporáneo para el patio y las salas de la planta baja del Palacio de Velarde. La protagonista, en esta ocasión, es Noemi Iglesias Barrios cuya exposición podrá disfrutarse en el museo asturiano del 19 de diciembre de 2024 al 23 de marzo de 2025.
La exposición dedicada a la artista de raíces asturianas Margarita Suárez-Carreño (Madrid, 1944) revisa los aspectos más relevantes de su obra, expuesta por última vez en la región en la década de 1980. Su producción se caracteriza por el predominio de lo gráfico, la plasmación de la realidad, el uso variado e intenso del color, el trabajo en secuencia y una gran unidad de estilo mantenida a lo largo de toda su carrera.
Esta muestra se celebra en dos sedes expositivas simultáneas, el Museo de Bellas Artes de Asturias y la Universidad de Oviedo, instituciones coorganizadoras. En el Museo presentamos una selección de la obra de la artista entre 1950 y 1990, en la que destacan dos de sus motivos predilectos: la temática mecanicista y el «retrato» de obras de ingeniería civil y arquitecturas –exteriores e interiores–.
Mientras tanto, en la Sala de Exposiciones de la Universidad, puede verse una serie de trabajos representativos de otras dos facetas sobresalientes de la obra de Suárez-Carreño: el diseño de moda y de urbanismo; y la ilustración literaria. Esta segunda sede podrá visitarse entre el 7 de mayo y el 9 de junio de 2024.
El nuevo proyecto específico del Museo de Bellas Artes de Asturias estará protagonizado por la obra de Juan Fernández Álava en la exposición titulada Edad Luciente.
En ella, el artista asturiano aborda el género del retrato a través de una serie de personajes en los que infancia y juventud recorrerán el discurso de la muestra. Tomando como referencia aspectos e imágenes procedentes de la vida, las redes sociales, la fotografía o el cine, el pintor presenta imágenes en las que su característico lenguaje hace del conjunto una experiencia de gran belleza.
La exposición, presente en la pinacoteca asturiana del 20 de junio al 8 de septiembre de 2024, conforma el proyecto específico número diecinueve desde que esta iniciativa arrancara el 2013.
La exposición José Antonio Menéndez Hevia. Idea, Materia y Oficio es la primera muestra sobre diseño que se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Está dedicada a uno de los grandes nombres del interiorismo comercial que marcó una época de actividad profesional, tanto en el Principado de Asturias como en otras regiones de España. Nacido en Oviedo en 1937 y con una formación poco convencional, desde muy joven fundó una empresa especializada en el diseño interior (DIHER) que se convirtió en referencia del interiorismo moderno, especialmente en comercios, bancos y locales de hostelería.
La exposición, ubicada en las salas de exposiciones temporales del Edificio Ampliación, está articulada en tres secciones. La primera se concentra en las ideas, en esa eclosión creativa de Menéndez Hevia que trasladaba con minuciosidad mediante el dibujo y que alimentaba una constante búsqueda de la originalidad, tanto en obras de interiorismo como en propuestas de diseño de producto. La segunda parte está dedicada a la materia, pues sus proyectos se han definido siempre por el conocimiento exhaustivo de las posibilidades de cada material y por audaces combinaciones en una misma obra. El oficio, que conocía por su temprano contacto con los talleres de ese Oviedo fabril y artesanal de la postguerra, definiría el refinamiento de sus creaciones, mostrando una capacidad ilimitada para buscar soluciones originales que sólo el dominio de los procesos podía hacer realidad. Empresario innovador y con gran capacidad para coordinar equipos de múltiples disciplinas, fue además un artista que supo aglutinar talento, a través de colaboraciones con arquitectos, artistas plásticos e ingenieros. Creó lugares de experimentación como Concepto70 y un punto de venta, Bureau70, que trajo a Asturias lo mejor del diseño internacional.
La exposición da a conocer la trayectoria del diseñador y, a la vez, reivindica la importancia del interiorismo como patrimonio cultural, rara vez conservado y sometido constantemente a los avatares de los cambios de propiedad o a las reorientaciones de negocio de las empresas. Su fragilidad y su exposición a las modificaciones hace que sea relevante historiar su existencia, como exponente de las formas de sociabilidad, de los cambiantes modelos de venta y de conexión con el cliente o de la definición de las imágenes de marca de las firmas a través de sus interiores.
A través de 100 imágenes originales, bocetos y prototipos, una veintena de piezas de mobiliario y diseño industrial, 35 paneles y un documental, el visitante podrá acercarse a un patrimonio cultural que marcó la llegada de la modernidad, la innovación y la elegancia a los interiores a lo largo de más de cincuenta años.
José Antonio Menéndez Hevia. Idea, Materia y Oficio podrá disfrutarse desde el 4 de julio hasta el 13 de octubre en la planta -1 del Edificio Ampliación.
El programa La Obra invitada tiene como finalidad el enriquecer la colección del Museo de Bellas Artes de Asturias con destacadas obras procedentes de coleccionistas particulares en algunas ocasiones, o bien de instituciones nacionales e internacionales que durante un periodo aproximado de tres meses nos permiten reforzar el discurso de la exposición permanente. Para este segundo cuatrimestre del año, el Museo de Bellas Artes de Asturias contará con una obra de Antoni Tàpies (Barcelona, 1923 – 2012) procedente del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Tàpies, artista presente en la colección de la pinacoteca regional gracias a la donación de Plácido Arango Arias, verá a partir de ahora enriquecida su presencia gracias a Signe i matèria, una pintura realizada en 1961.
La obra de Tàpies, inicialmente surrealista, se desarrolló a partir de 1953 entre el drama existencialista y la actitud meditativa del budismo zen. El pintor catalán es probablemente el ejemplo más complejo y creativo de la pintura matérica, una de las ramas principales del arte informalista, previamente desarrollada por Fautrier y Dubuffet. La incorporación de grafismos gestuales, signos y objetos de desecho, y la realización de obras tridimensionales, han enriquecido la evolución del pintor, haciéndole partícipe de aspectos del arte povera y del mundo de las instalaciones.
En el caso de Signe i matèria, las cualidades matéricas del cartón que hace de soporte adquieren un especial protagonismo. Sobre su textura, los grafismos y las manchas, así como el residuo de la otra materia presente, organizan la composición. Cuando fue ejecutada, habían transcurrido seis años desde Gran óvalo y en ella pueden advertirse algunas de las características de la evolución del pintor, como un mayor desenfado en la ejecución, dentro de su sobriedad, más apertura sensorial, y, sobre todo, la presencia de elementos caligráficos y tachistas en equilibrio expresivo con la pura materia.
La obra Signe i matèria estará presente en el Museo de Bellas Artes de Asturias desde el 16 de julio hasta el 1 de diciembre de 2024.
La exposición Antoni Tàpies. Estampas (1969-2011) propone un selecto recorrido por la obra gráfica de uno de los más destacados artistas españoles de la segunda mitad del siglo XX. Tàpies (Barcelona, 1923-2012) trabajó las distintas técnicas de estampación como prolongación de su pintura, por lo que su producción gráfica comparte características con esta: la gestualidad expresada mediante la repetición de diversos elementos caligráficos, signos y referencias a objetos cotidianos y partes de la figura humana; y el tratamiento del soporte como parte esencial y visible de la obra, rasgando el papel, añadiéndole otros materiales y aportándole textura. Todo ello converge en una de las más sólidas y evocadoras propuestas del informalismo en su vertiente matérica.
La veintena de estampas que conforman la muestra proceden en su mayoría de colecciones particulares, a las que se suman cuatro obras de los propios fondos del Museo. El conjunto ofrece una visión evolutiva de la producción del artista en este medio desde finales de los años 60, cuando ya ha consolidado su lenguaje maduro y sistematizado su actividad gráfica; hasta sus últimas estampas, realizadas en 2011.
Con esta exposición el Museo se suma a la conmemoración del centenario del nacimiento del artista. También enmarcada en dicha efeméride y concebida a modo de diálogo con esta muestra, La Obra invitada del segundo cuatrimestre de 2024 la protagonizará Signe i matèria (1961), cedida por el Museo de Bellas Artes de Bilbao.